LA MUJER EN LA GUERRA.

Me han acosado por la calle, por teléfono y por mail. Me han mostrado pitos sin mi consentimiento. Me han ofrecido trabajo a cambio de sexo. Me han ofrecido dinero. Hicieron cuentas de cuánto valía en camellos. Me han sacado fotos sin permiso. Invadieron mi privacidad. Me insultaron. Me denigraron. Me lastimaron. Me rompieron el corazón, me desilusionaron. Y no soy la única.

Te arrepentí

Yo hervía por dentro con una necesidad física de quemarlo todo, de quemarme toda. Y el tiempo en San Juan me jugaba en contra, o me jugaba en Zonda.

INVASIÓN A LA QUIMERA x3

Todos los fantasmas aparecieron en el cuarto, en un festín que estaban esperando, mi cuerpo entregado sin defensas en la cama, sudando miedos y angustias entre quejas. Me podían oler a meses de distancia. Fui yo quien los invitó a entrar, cuando sin saber-sabiendo- rompí el hechizo de tus palabras.

INVASIÓN A LA QUIMERA

Vinieron de noche, gordas y pesadas, tan transparentes sus intenciones que podía ver a través de ellas. Yo no tuve opción de hacer absolutamente nada para evitarlo

CONSTRUIRME

Crucé cielos y aeropuertos, crucé el día y la noche, crucé idiomas, camas y palabras. Partí y me partí. En el camino dejé pedazos de mí que se arrancaron en el vuelo.

PULSO.

Se ha quedado muda. Se le han perdido las palabras. El amor se le trabó en el medio de la garganta y cayó fulminada en la cama esperando desangrar y quedarse seca. Rota. Está rota.

Corazones Vagabundos.

Comprenderás porque -inútilmente- ahogan sus penas en suave alcohol, y porqué cada tanto se dejan besar un poco sin pasión, un poco con rencor.

El arrastre.

Su arrepentimiento solo la llevó a marchar hacia adelante. Sabía que la olía, que podía distinguir la frustración en su piel, y eso la excitaba de la forma más desesperada.

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