Pensaba pero no quería pensar. Aparecían los pensamientos cada vez que -sin querer- les daba lugar y me pesaban, me dolían, me gritaban y me confundían. Por eso, para combatirlos, usé mi ansiedad, mi peor secuaz para resolver cosas.
Una vez más (nunca la última)
algo a lo que yo a veces llamo independencia.
HECHIZOS Y BRUJAS.
La primera vez que lo encendí, fue la primera noche que dormí sola, en mi nueva cuevita, después de haber naufragado en un mar de un montón de cosas.