Escapar y otros aderezos, entre excusas y ropa, me llevaron hasta allí. Necesitaba cerrar la puerta, apagar la luz dentro de mi cabeza, fantasear con castillos, dragones y otras cenizas del tiempo. Pero salí impulsada por dejar que las cosas se asienten solas un poco lejos y no choqué, pero llegué tarde.
Cuarentena del Corazón.
Pensaba pero no quería pensar. Aparecían los pensamientos cada vez que -sin querer- les daba lugar y me pesaban, me dolían, me gritaban y me confundían. Por eso, para combatirlos, usé mi ansiedad, mi peor secuaz para resolver cosas.
No vengas.
A veces quiero que me digas cuando vendrás, la hora, el día exacto, a veces quiero saber que no llegarás, que te olvidarás de mí, que quizás tengas otras cosas más importantes que hacer, otro tiempo que matar.